Primeros Tangos Rosarinos . Sus Autores
JOSE BARACCO – PASCUAL ROMANO – CAYETANO GROSSI
José Baracco, autor ya nombrado, en 1905 logra estrenar “Agarrate Catalina”, tango rosarino entre los más antiguos. También registra otro en 1912 con el título de “Piantá que viene la vieja” o “El 2835”, que dedica al detective Anastasio V. Almeida y edita J. A. Medina e Hijo en Buenos Aires. Anteriormente, ha compuesto la música del Himno a la Escuela, con letra de Miguel Pinazo, cantado por primera vez en mayo de 1909 con motivo de la colocación de la piedra fundamental de la escuela luego llamada Almafuerte.
Desde mucho antes de la aparición del primer tango de Baracco, encuéntrase en Rosario el músico Pascual Romano, nacido en Nápoles, Italia, en 1859, quien, según el Diccionario de Rosario (en preparación), de Wladimir C. Mikielievich, a los 12 años había dado su primer concierto de piano en la península y, luego de recibir en 1873 una beca gratuita del Real Conservatorio de San Pietro de Maiella, donde estudiaba, cumplió una serie de conciertos en varias ciudades italianas.
Romano, recibido a los 20 años como profesor de piano, canto y armonía, dirigió orquestas, actuando en importantes teatros de Italia antes de ser contratado, en 1887, para dirigir compañías de óperas cómicas en el Politeama Argentino de Buenos Aires. Después de hacer lo propio en los teatros Solís, de Montevideo; Argentino, de La Plata y Olimpo, de Rosario, se radicó, ese mismo año 87, en esta última donde actuó por largos años como maestro de música y ofreció conciertos. De producción relevante y casi inencontrable hoy, registra el archivo del autor la hermosa obra clásica de Louis Ganne, Les Sal- timbanques, con arreglo de Pascual Romano, dedicada por este último a la señorita Lola Sugasti y estrenada en el Circolo Italiano el 20 de setiembre de 1905, el mismo año que el editor Luis Mandrés la imprimió en Rosario.
Quizás con el conocido Canto al árbol, cuya letra—Abramos la tierra, plantemos el árbol / será nuestro amigo y aquí crecerá...—, entonaron tantas generaciones de escolares, junto a dos decenas de cantos para escuela publicados en tres series hacia 1914, bastaría para lograr la trascendencia de este músico, pero, en homenaje al mismo, debemos apuntar que su delicada sensibilidad popular lo llevó a producir, por lo menos un tango que denominó “Qué flechazo”, dedicado a su discípula, la señorita María del Carmen Iñarra Navarro.
Otro músico, director de orquestas clásicas y populares, autor y arreglador de origen italiano, que compone uno de los primeros tangos rosarinos, es Cayetano Grossi. Radicado en Buenos. Aires, en 1902 había escrito expresamente para los bailes de Carnaval de ese año una colección de seis tangos que fueron ejecutados bajo su batuta en el Politeama Argentino. Ellos son: “Politeama Argentino” y “La Geisha”, “Compadrita”, “Che. . . que corte!”, “Que dichosa, y “A mi. .. / la piolita”. El conocido autor de “Si te perdés, chiflame”, “Avanti. . . / A venti”, y “Para muestra basta un botón”, tango este último que dedicara a Pascual Romano, compone en Rosario “Che. .. / Antonio, cerra el cajón...!”, obra que imprime el editor rosarino Primitivo Sosa y de cuyo tiraje, el autor de este trabajo conserva un ejemplar con la siguiente dedicatoria estampada por Grossi de su puño y letra: “All' Egregio Maestro Signore Roncallo, Vautore. Gaetano Grossi. Rosario,'3/5/1907".
CANTALIZIO ARANAZ - JUAN B. MASSA Y OTROS
En este panorama de los primeros tangos rosarinos, súmase a José Baracco, Pascual Romano y Cayetano Grossi, otro músico del que no se poseen mayores datos: Cantalizio Aranáz, autor del tango criollo “Es al ñudo que me afiles”, dedicado a Carlos F. Fragueyro, editado por Primitivo Sosa, e impreso en la litografía porteña de Alfredo Francalanci.
En 1910, Aranáz compondrá el tango “La Diagonal”, dedicado al iniciador de la frustrada Avenida Central en Rosario, doctor J. Daniel Infante, e impreso por Ortelli Hnos., en Buenos Aires. Para muchos lectores constituirá una sorpresa saber que el célebre Juan Bautista Massa contribuyera al acervo de la música popular con tres tangos de la guardia vieja. Y es que los biógrafos de este célebre maestro y compositor, han omitido o, simplemente, no tuvieron en cuenta su producción de factura más simple.
Massa, que nació en Buenos Aires en 1885 y falleció en Rosario el 7 de marzo de 1938, dio gran impulso a la cultura musical rosarina, enseñó música en la Escuela Normal de Maestros N° 3, en la Normal de Profesoras "Dr. Nicolás Avellaneda" y en el Colegio Nacional N° 1 "Gral. San Martín". Fue premiado en 1909 por su zarzuela Zoraida, por su ópera La Magdalena y por su ballet El Cometa, basado este último en un libreto de Emilio Ortiz Grognet. Entre otros hechos destacables, fue uno de los contados compositores del interior que llevaron al teatro Colón de Buenos Aires, las primeras obras de contenido telúrico. Por ello, una parte de lo obra múltiple de Massa señala el comienzo de la música argentina inspirada en temas vernáculos, junto a otros compositores como Alberto Williams y Julián Aguirre.
Esto no empaña la autoría de sus tres tangos que vieron la luz a principios de siglo: El estrilo no paga patente, editado primeramente en Rosario por Primitivo Sosa y luego, con permiso de éste, por la editorial porteña de Alfredo Francalanci, con arreglos para orquesta de Cayetano Grossi; “El matambre”, dedicado a A. Ferruccio Pagni y editado en Rosario por Luis Mandrés, y, finalmente, “Don Luis”, dedicado al empresario del teatro Olimpo, Luis Carpentiero. Un busto de bronce con la efigie de este músico está colocado desde 1959 en el Rosedal del parque Independencia, y también una calle rosarina, denominada Maestro Massa, lo recuerda desde 1948 en el barrio La Florida.
Al promediar este relato mencionaré a ignotos compositores de tangos rosarinos de principios de siglo, como Gabriel Rosáenz, autor de “Che... che, dame ´l pucho”, cuya edición corrió por cuenta de Primitivo Sosa y a J. U. P. Lagardere, quien firmó el tango “¡Tócalo ... y verás!”, editado por otra casa de entonces —Antoniazzi-, e impreso por Ortelli Hnos., de la Capital Federal.
ADOLFO R. LAPICOTIERE Y JOSE BERRINI
Esta nómina no estaría completa sin recordar a otro célebre músico: Adolfo R. Lapicotiére, violinista y director de orquestas, hijo de padres franceses, nacido en Rosario el 12 de mayo de 1898 y fallecido en Cosquín, Córdoba, el 27 de setiembre de 1931.
Este notable intérprete, que a los nueve años diera su primer concierto y en 1916 viajara a Tucumán integrando una gran orquesta que acompañó el espectáculo operístico, ofrecido allí con motivo de celebrarse el centenario de nuestra Independencia, formó, posteriormente, conjuntos orquestales clásicos, ofreció conciertos como solista, dirigió la famosa comparsa Los Pierrots de la Noche, actuó en cines, en las confiterías La Perla y Los Dos Chinos, y en los hoteles Savoy, Italia y Palace; en este último se desempeñó desde su inauguración hasta que, habiéndose enfermado de tuberculosis, se vio obligado a residir en la localidad serrana de Cosquín, en la provincia de Córdoba.
Allí no declinó su actividad; siguió brindando recitales a beneficio de los enfermos y al ocurrir su deceso, paradójicamente a raíz de un derrame cerebral, era vicepresidente del Club Unión de aquella población. Lapicotiére dejó impreso un tango compuesto en la década del 20 titulado “Lo que no se ve en Mustafá”; editado en Rosario por Ricardo Sormani, fue dedicado a los artistas que tomaron parte en la filmación de la hoy olvidada película rosarina del mismo nombre: Susana Vargas, Juan Fernández, Juan J. Fernández, J. Suárez, A. Sabelli, Alejandro E. Berutti (director artístico) y Luis Carpentiero (empresario).
Como vemos, son músicos cultos aquellos que componen tangos en Rosario en los primeros años del siglo, no habiendo aparecido en esta investigación ningún representante de carácter intuitivo, como sucede paralelamente en Buenos Aires, donde casi todos los autores que surgen desconocen armonización, según veremos más adelante, lo que no es óbice para que, a la inversa de los rosarinos, trasciendan hasta nuestros días como compositores del género.
Pongo por caso a Manuel O. Campoamor, autor porteño de tangos célebres, con uno de ellos, “¡Muy ... de la garganta!”, editado por Primitivo Sosa en Rosario, hacia 1903. Corroborando una vez más lo dicho en el párrafo anterior, nombraré al rosarino José Francisco Berrini, autor del tango “Marianito”, que dedicara al violinista y amigo personal suyo profesor Mariano Echeverría, y editara Vicente Romano en Rosario.
José F. Berrini, que nació en Rosario en 1897 y falleció en la misma el 24 de abril de 1963, dirigió conciertos sinfónicos desde 1921, habiendo estado al frente de las orquestas de la Asociación del Profesorado Orquestal de Rosario y de la Sociedad Cultural Alemana-Argentina, también de Rosario. Creador y director artístico de la Asociación Sinfónica rosarina, realizó entre nosotros más de 200 conciertos, dirigiendo también en el teatro Colón de Buenos Aires. A su autoría pertenecen numerosas composiciones clásicas, entre ellas los poemas sinfónicos “Egloga con lluvia y sol” y “Visiones del Paraná”, así como una serie de "Heder" para canto y orquesta, estudios para piano, obras para canto, coros, etcétera.
MANUEL CUEVAS MEDEROS
Este es otro de los músicos que en Rosario compone tangos, si bien a finales de la segunda década del siglo. Oriundo de Los Llanos, Las Palmas, Canarias, España, donde nació en 1894, ingresó a los 14 años en el ejército de su patria como músico flautista voluntario, con el fin de pagar sus estudios de piano. Luego de permanecer enrolado tres años, pidió la baja empleándose como ayudante de contador en la Mala Real Inglesa, compañía naviera donde, a poco, se hizo cargo del despacho de vapores.
En 1913 viajó a nuestro país, radicándose en Rosario y ciudadanizándose argentino. Pasó a desempeñar funciones en la editorial de música que Luís Mandrés poseía en la calle Sarmiento 849/853, donde, además, probaba pianos para la venta. De allí pasó a tocar este instrumento en un cinematógrafo de la Avenida Pellegrini, como acompañante de películas mudas y dio clase particulares, hasta ingresar en la orquesta de un elenco de zarzuelas que actuaba en el teatro de verano existente en la esquina noroeste de la calle Montevideo y el Bv. Oroño, donde actuaba, en calidad de contrabajista, el músico porteño José Luis Roncallo.
Actuó más tarde en el cine varieté La Estrella, ubicado en Jujuy 2172, integrando una orquesta clásica compuesta por A. Barone y Tello (violines) Aleandro (flauta), Meazza (clarinete), Bettoni (contrabajo) y el propic Cuevas (piano). Luego se desempeñó en el café Imperial, de calle Corrientes 126 y después, por mediación de los profesores de música José y Humberto De Nito, dirigió la orquesta del cine San Martin, instalado en el lugar que hoy ocupa el cine Monumental. Dicha orquesta la componían Fergnami (con-certino), Robustelli (yiolín), Boretto (contrabajo), Aleandro (flauta), Cías tre (clarinete), un hermano de Boretto (batería) y Cuevas (piano).
En enero de 1924, Cuevas se ausentó a las islas Canarias para contraer matrimonio, dejando como director suplente a José Luis Roncallo. El 1° de mayo volvió a hacerse cargo de su puesto, que atendió por espacio de 14 años. Al cesar la empresa, este excelente músico integró conjuntos de diversos ritmos, actuando entre otras orquestas con la típica de Abel Bedrune.
Desde 1938 a 1959, dirigió la Academia de Música "Güell" y la Escuela de Arte Escénico de Alcira Olivé, con cuyos integrantes se presentó en los teatros El Círculo, Odeón y Colón. Manuel Cuevas Mederos recordó a! autor, en el transcurso de una entrevista efectuada a propósito de este trabajo, sus numerosas presentaciones radiales en calidad de acompañante, entre otras, la prolongada de seis años cumplida en LT1 junto a la cancionista Rosarito Montes.
Sus obras editadas son, los tangos “Alma argentina” y “Los troveros”, compuestos alrededor de 1920 y dedicado el último de los nombrados a Belisario Roldan, quien le agradeció el gesto en una conceptuosa misiva que Cuevas conserva con afecto. La hispana Palma, jota con la que obtuvo el primer premio de un concurso internacional donde el segundo y tercer premios recayeron en obras procedentes de las ciudades españolas de Valencia y Bilbao, respectivamente. Es autor, entre otras composiciones, de la gavota Gabrinska, y tiene inédito el tango “No debo matar”, con letra de Nolo López.
Fuente: Vida Nostalgica de lo que fue. Por Héctor Nicolás Zinni. Ediciones del Viejo Almacén. 1997. Pág. 11 a 20