"Es muy triste, pero todos tenemos una hora en el reloj"...
había dicho Héctor Nicolás Zinni en un reportaje publicado por La Capital el 25 de junio de 2000.
Y su hora le llegó el miércoles 31 de marzo de 2004.
Buceador del pasado de la ciudad, entre sus libros se destacan "Prostitución y rufianismo", que elaboró junto a Rafael Ielpi en 1974 y reeditado por cuarta vez.
También escribió "La mafia en la Argentina", "El Rosario de Satanás", "Rosario era un espectáculo", "La ciudad oculta" y "Desires y cantares del tango", entre otros.
Trabajó en los diarios La Capital y La Tribuna. Colaboró en diarios nacionales e integró el staff de las revistas "Boom", "Zoom" y "La cebra a lunares". Y con poco más de 30 años dirigió la revista "Apuntes Históricos Revisionistas", entre cuyos colaboradores figuraba Arturo Jauretche. También supo ser frecuente invitado de lujo en numerosos programas radiales.
Fue miembro de la Academia Argentina del Lunfardo y de la Sociedad de Historia de Rosario e hizo gala de sus rasgos de erudito y animado conversador en innumerables conferencias y charlas. De inquieta personalidad, entre sus obras inéditas figura una biografía del caudillo radical Ricardo Caballero.
"Héctor era un tipo macanudo, muy amable, divertido, lleno de humor y tremendamente laburador". Así definió Ielpi a su amigo de casi 40 años. Recordó que entre muchas otras actividades, Zinni fue cantante en sus años mozos. Efectivamente, el historiador y ex bancario supo presentarse, guitarra en mano, en locales vecinos a la antigua Estación Sunchales (Rosario Norte) junto con Raúl Peralta, después conocido como Raúl El Negro Lavié.
Zinni había nacido en Rosario el 9 de octubre de 1934, y por su valiosa labor estaba propuesto en el Concejo Municipal para ser designado Ciudadano Ilustre.
Sus restos descansan en el cementerio El Salvador de Rosario (SF).
Fuente: http://archivo.lacapital.com.ar/2004/04/01/ciudad/noticia_87905.shtml
Pasaje Hector N. Zinni
Este espacio cultural es un rincón de recuerdos investigados y redactados por Don Nicolas N. Zinni (1934-2004) en su colección de libros
El Rosario de Satanas Tomo I
Historia Triste de la Mala Vida
Editorial Fundación Ross
Febrero 2000
Capitulo 10
El Teatro Colon de Rosario
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EL BARRIOS DE LOS INGLESES
En el comienzo de este libro quiero rendir homenaje a don Wladimir C. Mikielievich 1, sumándome al realizado en 1986 por la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario cuando por gestión de su titular el poeta, escritor y colega historiador y periodista Rafael Oscar lelpi, se editara para la Colección Crítica y Ensayo el libro de Mikielievich, Memorias de Rosario, volumen de 114 páginas, con formato de 13,5 cms. x 20 cms., de tiraje reducido e imposible hoy de encontrar \
Es de señalar que el trabajo aludido es una recopilación de artículos que fueran publicados en el diario Rosario durante el año 1982, con excepción del que transcribo seguidamente y que apareciera en el diario La Capital del 18 de septiembre de 1983, por supuesto, sin los aditamentos incluidos en este capítulo.
Dice Mikielievich: "Platicando dos décadas atrás-con el extinto historiador Guillermo Furlong S. J., con no poca emoción traíamos a la memoria el desaparecido Barrio de los Ingleses, donde transcurriera la niñez de ambos, con intervalo de quince años. En aquellas ocasiones nos complacía evocar aspectos edilicios, familias y sucesos trascendentales ocurridos en el sector donde la mayoría de los vecinos eran considerados ingleses, sin diferenciarlos de sus otros países de origen: Gales, Escocia e Irlanda, como hoy ocurriría.
"No olvidábamos tampoco a aquellos típicos personajes populares apodados beach combers, ex tripulantes de buques mercantes británicos que, permanente-mente temulentos, merodeaban por la avenida Wheelwright tratando de vender a incautos transeúntes anillos de "oro de 18 kilates".
Estas pretendidas joyas las fabricaban ellos mismos con monedas de cobre de dos centavos, acuñadas en el siglo anterior. Valiéndose de compatriotas operarios del taller de Topping, Seavill y Mac Laren, de la calle General Mitre 449, cerca del desaparecido Mercado Norte, las monedas eran horadadas en el centro de su reverso de modo que, al presionar el sacabocados, quedaba en su cara interna el nombre del país y año de acuñación.
"Seguidamente se limaban esas leyendas en relieve, excepto los dos primeros dígitos, restando el número 18, trabajo que terminaba con el pulido del anillo hasta presentar el brillo de auténtico oro 18, aspecto que inducía a desprevenidos a aprovechar la pichincha de comprarlos por pocos pesos".
Señalo por mi parte, en plena coincidencia con Mikielievich, que este tipo de timadores siguieron subsistiendo y operando más tarde en la zona de la estación Rosario Norte, acechando el arribo de contingentes de cosecheros santiagueños para hacerlos objeto de este tipo de estafa. Los pobres trabajadores de la tierra solían defenderse de estos y otros cuentos designando a uno de sus paisanos - generalmente el más avispado - para supervisar las transas que, generalmente, se hacían en plena calle o en la complicidad de alguna fonda o café de las cercanías.
Pero, sigamos con el interesante relato de Milielievich: "Contados rosarinos mayores de ochenta años recordarán hoy al viejo barrio, transformado en zona residencial colmada de altos y modernos edificios habitados por miles de seres, probablemente ninguno descendiente de quienes originaron su gentilicia denominación.
La hora de todos
"Ese nombre de Bárrío de los Ingleses comenzó a surgir simultáneamente con la construcción de la estación de pasajeros del Ferrocarril Central Argentino, posteriormente identificada como Rosario Central, nucleamiento de viviendas mayormente concentrado en las seis manzanas comprendidas en el triángulo isósceles limitado por Í6 avenida Wheelwright y las calles Jujuy y Uruguay (actual Italia).
"A partir de 1871, reguló el quehacer cotidiano la histórica torre-reloj, aún en actividad, de la citada estación. Celoso representante de Cronos, con melodiosas vibraciones sonoras, cada quince minutos daba cuenta del inexorable paso del tiempo, permitiendo ajustar sus relojes a los vecinos de distantes sitios y que, al cesar el susurro de la medianoche, podían hacer lo mismo quienes moraban en lejanos suburbios.
"Sus sones escuchábanse nítidos e inconfundibles sobre las rondas policiales, los ladridos denunciando el paso de los transeúntes o de desafío á congéneres y el croar de millares de ranas que poblaban las zanjas paralelas a las aceras de las calles sin pavimento.
"La torre-reloj presentó hasta hace unos veinte años el color natural de sus ladrillos cerámicos, tono modificado entonces con pintura fuertemente morada. Felizmente, la ocurrencia innovadora no llegó hasta sus cuatro grandes esferas, imaginados ojos de Argos convertidos, al caer la noche, en precarios veladores de chillonas lechuzas y zigzagueantes murciélagos. Es de recordar que cuando esa mole fue erigida no enfrentaba a la calle Paraguay sino a la de Arenales, nombre que se mantuvo por varios años y le fue impuesto por la comunidad al estallar la guerra de la Triple Alianza. Concluida la hecatombe con la casi total destrucción del viril país guaraní, volvió su original nombre de Paraguay a tener vigencia, quizás más acentuadamente como expresión de admiración y también de reproche a lo acontecido.
"Los muchachos del barrio nunca pudimos ubicar ai vigilante relojero encargado de la exactitud del gigantesco cronómetro. Ignorábamos que la hora oficial se transmitía por telégrafo desde el Observatorio Nacional de Córdoba y que a la menor diferencia se procedía al instantáneo ajuste del balancín regulador. La hora del Central, proverbialmente exacta para el Rosario, tuvo en 1920 un atraso de varios segundos ai adoptarse para todo el país la hora del meridiano de Greenwich, la hora de Chivilcoy, como se la llamó, por atravesar la planta urbana de esa ciudad bonaerense. Hasta entonces, la hora de nuestra ciudad tenía un adelanto de catorce minutos y medio sobre la de Córdoba".
El reloj de los Ingleses
Respetando lo evocado y expresado por Mikielievich, recuerdo haber visto en algún número de la lejana revista Caras y Caretas una entrevista realizada por dicha publicación al torrero encargado de tener a punto el reloj de referencia. La entrevista, publicada en las páginas blancas de Caras y Caretas, contenía un par de fotografías del personaje, quien vestía uniforme riguroso con gorra, chaleco, reloj de bolsillo, saco y pantalón con los vivos en las piernas. De apariencia baja y rechoncha, usaba una gran barba blanca y llevaba un farol de kerosene en la mano diestra.
Lamentablemente no he podido volver a encontrar aquel reportaje, pero es de suponer que el tal personaje estaría encargado no solamente de ajustar el balancín regulador a la menor diferencia horaria sino de atender también al sistema de cuerda que no llegaba a los siete días y requiere una atención por lo menos dos veces a la semana.
Esto último es puntualizado por quien fuera uno de los últimos relojeros encargado del mantenimiento del reloj de los ingleses. Dicho empleado dice en una Carta de los Lectores del diario La Capital:
"Señor Director:
"Hace ya muchos años, el 23 de agosto de 1954, ingresé como obrero especializado en la Empresa Ferrocarriles Argentinos línea General Mitre, taller de señalamiento y telecomunicaciones. Este taller contaba con un sinnúmero de especialidades, una de las cuales era la sección-relojería, en la cual entré gracias a mis conocimientos
"La misión del plantel de relojeros fue la de reparar, entre otras cosas, todos los relojes Instalados en las distintas dependencias de la empresa, salvo Buenos Aires y zonas suburbanas que contaban con su propio taller. Uno de los tantos mecanismos que me tocó atender - y aquí el fin de mi nota - fue el de la torre de la Estación Rosario Central.
"El mecanismo de dicho reloj - que según una inscripción en su interior fue ins-talado en el año 1894, aunque nunca pudo ser comprobado - consta de tres sistemas: el reloj en sí, la parte de sonería de cuartos y la sonería de horas. Cuando el mismo fue instalado, el tañido de sus campanas - traídas de la propia Inglaterra, y teniendo en cuenta que la ciudad no contaba por entonces con una edificación como la de hoy - se escuchaba a varias cuadras a la redonda. Pero apareció el modernismo, se elevaron las edificaciones y su sonido apenas si cruzaba la calle.
"Y allí comenzó el drama, porque un enorme sanatorio se levantó enfrente y el ruido de las campanas cada quince minutos no dejaba descansar a nadie, y fue a pedido de las autoridades del propio sanatorio - comprobado y apoyado por las autoridades del ferrocarril - que se accedió a la eliminación total del sistema de campanas, para lo cual fue necesario desmontar varias piezas del sistema, las que con el correr de los años desaparecieron..." 2
Aún siguen en pie
"En los últimos años del dilatado reinado de Victoria I y primeros de su hijo Eduardo Vil - sigue diciendo Mikielievich sus súbditos aquí radicados, entre quienes abunda¬ban jefes y empleados ferroviarios del Central Argentino - luego Bartolomé Mitre -, aparecían unidos en el idioma, hábitos, cultura y deportes, menos en religión:
"Los metodistas contaban desde 1865 con un templo, el primero habilitado en Rosarlo fuera de los consagrados al catolicismo romano. Ocupó la esquina NE de las calles Salta y Progreso - actual Mitre - cuya superficie fue absorbida desde 1956 por la Plaza Guernika y a fines de siglo fue sustituido por el levantado en la esquina SE del actual bulevard Oroño y avenida Salta.
"Los anglicanos inauguraron a su vez su templo en 1870, ubicado en la calle Urquiza pasando la de Paraguay, inmediato al actual de San Bartolomé que está en la es-quina NE de las mencionadas arterias y se habilitó en 1876. En cuanto a los católicos, la mayoría de ellos irlandeses, participaron en la construcción del que lleva por nombre San Patricio, iniciada en 1888 y que quedó concluida años después bajo la dirección del arquitecto Boyd Walker, en la avenida Salta 2645.
"Las actividades de todo orden desarrolladas por los vasallos de Victoria I las reflejaba el antiguo y ya desaparecido diario The Standart, de Buenos Aires, hoja informativa a la que se sumaron con el correr de la década finisecular, publicaciones locales también escritas en la lengua de Shakespeare: The Argentine News, The Argentine Budget, The Echo, The Weeck y The Weeck of Rosario. No tuvieron estilo arquitectónico británico las viviendas del barrio. Fueron edificios como los de la ciudad: bajos y amplios, y en ocasiones con un breve jardín al frente, separados de la acera por un muro bajo soportando rejas de hierro rematadas en agudas puntas. En el jardín nunca faltaban plantas de violetas y uno o dos árboles de laurel silvestre con flores blancas o rosadas.
"Una mansión con pretensiones aristocráticas se levantaba en la manzana rodeada por la avenida Wheelwright y las calles Jujuy e Independencia, esta última la actual Presidente Roca. Allí residía el administrador del Ferrocarril...", sigue diciendo Mikielievich, señalando que a aquella casa se accedía por la calle Paraguay N° 50 y que mostraba a su frente, a través de una arabesca puerta de hierro forjado, un cuidado jardín. Luego en esta propiedad se instalaría, sucesivamente, un dormitorio para ferro-viarios, un pequeño Hospital Británico para los empleados del Central Argentino y, al comenzar la tercera década del siglo sería adquirido por un financista de apellido Monserrat para levantar allí el Sanatorio Británico a cuyo frente estaría su yerno, un médico de apellido Zeno, fundador de una dinastía 3.
El Sanatorio que ha sido remodelado y ampliado sigue en pie en el momento de escribirse este libro. Lo mismo sucede con la torre y el reloj de los ingleses que no funciona, por eso dice al final de su carta el último relojero del ferrocarril:
“Según una nota de La Capital del 22 de junio pasado, me enteré, con agrada¬ble sorpresa, de que un experimentado relojero ae nombre Alcides Cornier se va a ocupar de poner en funcionamiento algunos relojes públicos que tiene la ciu¬dad en edificios y plazas, y figura entre ellos el reloj de la "Torre de los Ingleses" * rosarina, Y es aquí donde quiero dejar asentada mi modesta opinión: efectuar la reparación va a ser sumamente complicada, pero sobre todo demasiado onerosa para las arcas municipales, pero si se hace, habría que tener en cuenta los incon-venientes para el sanatorio.
"En cuanto al reloj en sí, nunca debió dejar de funcionar, y es posible que con una simple limpieza pueda ser puesto nuevamente en marcha, y de ser así se hará necesario que alguien se haga cargo de su mantenimiento por el hecho de que su sistema de cuerda no llega a los 7 días, y requiere entonces una atención, de por lo menos, dos veces por semana".
Carlos Alberto Giacobbe
Complementando lo expuesto sobre el barrio de los ingleses tendríamos que hablar también de Fisherton, pero este seratema para el capítulo siguiente.
Notas
1 Wluadimir Mikielevich, nacido en Rosario en 1904. Historiador, cartógrafo y estadístico, publicó su primer ensa¬yo sobre temas históricos en La Capital, en 1925. En 192H fundó y dirigió el semanario ilustrado Gráfico y desde 1933 a 1937 fue director artístico de otra revista rosarina: Cinema para todos, uno de los frutos más destacados de su investigación! en el Archivo General de Indias (1961), fue la rehabilitación de Pedro Tuella como verídico primer historiador de Rosario. En 1964 halló en Corrientes, a punto de ser destruidas, dos mil partituras manuscritas de fray Antonio Belli (1862-1902) sobre las que hizo luego publicaciones que revelaron a dicho autor como un real precursor de la música melódica correntina En 1962 promovió la fundación de la Sociedad de Historia de Rosario, que preside desde entonces. £s director de la Revista de Historia de Rosario, fue integrante de la Junta de Nomenclatura de la Municipalidad de Rosario, ha publicado numerosos trabajos históricos en diarios, revistas, folletos y libros habiendo sido designado con el título honorífico de Ciudadano ¡lustre de Rosario.
2 La Capital, Rosario. 3/8/1996.
3 La residencia, que estaba rodeada por una verja alta y tenía perros de custodia, fue adquirida por Thomas Armstrong para el gerente administrativo del Central Argentino, mister Wood. El hospital de los ingleses eru el llamado Hospital Anghutlemán, ubicado en San L«»renzo y Suipacha y que aún presta servicios como neuropsi- quiátrico. A raíz de la contienda bélica de 1914 los ingleses se separaron de aquel nosocomio y fundaron uno pequeño en la residencia de la calle Paraguay. En 1924 sobre la base del antiguo Hospital Británico, que usí se llamaba, fue creado el SaiMtorio Británico. En esa fecha se hacen cargo de mismo los doctores Artemio Zeno, Lelio Zeno y Oscar Carnes. Para más datos v. Luciano Manuel Torres: Sanatorio Británico. Memorias. Sus hom¬bres y sus mujeres. Rosario, junio 1996.
Fuente: Barrio de Tango por Hector N. Zinni. Ediciones Viejo Almacén 1997. Pág 6 a 9
ORIGENES DE FISHERTON Y ALBERDI
Probablemente las nuevas generaciones nunca sepan el gran aporte que hicieron los ferrocarriles a la historia de Rosario. A ellos les debemos - entre otras cosas - la creación del barrio Fisherton.
Producto de la argentinización de Fishertówn (Pueblo de Fisher), el nombre alude inequívocamente al ingeniero Henry Fisher, principal director financiero y jurídico del Ferrocarri! Central Argentino. Fue él quien trazó los planos del barrio en los terrenos que la empresa británica adquirió en 1889 con el propósito de construir un lugar de residencia para su personal jerárquico según decreto provincial del 27 de julio de ese año.
Una villa con un origen tan particular no podía ser ajena al estilo de vida y a la arquitectura sajona. Knight, Talbot, Middleton y Forrest fueron algunos de los primeros apellidos que se conocieron en aquel paisaje descampado, con algunas quintas y chacras matizadas con grandes mansiones de jardines geométricos, algunos de más de la manzana de extensión. 1
Señala al respecto Wladimir Mikielievich en su trabajo ya citado:
"Creado en 1889, el pueblo de Fishertówn, así escrito dicho nombre durante los primeros años en los letreros de la flamante estación, fueron numerosos los fun¬cionarios de la empresa ferroviaria que allí hicieron levantar sus residencias, al puro confort de la tierra natal, en el centro de amplios jardines. Otro éxodo de mayor envergadura raleó el barrio en 1901. Al fusionarse adminis¬trativamente los ferrocarriles Central Argentino y Buenos Aires V Rosario, gran parte de los funcionarios fueron trasladados a la Capital Federal, mudanza que así como dio lugar al reemplazo de aquellos habitantes por los de otras naciona¬lidades, aventó definitivamente la denominación de la barriada y hasta la existen-cia, en 1905, de la The Review of Rosario, última hoja periodística en inglés". 2
En 1907, la Sociedad Nueva Fisherton adquiere y urbaniza el sector de terrenos comprendidos por las calles Estados Unidos hasta Wilde y desde las vías del ferrocarril hasta la calle N° 9. De esta manera se inicia un período de desarrollo más intenso, caracterizado por hechos puntuales como la fundación de la Escuela Provincial N° 147, el nacimiento del Club Atlético Fisherton y la construcción de la iglesia a principios de la década de los '30.
Aunque en sus orígenes el barrio ha sido concebido como un pueblo, nunca llegará a serlo, quedando diagramado dentro del distrito Ludueña en el departamento Rosario. La casa de Zavaleta, en Olmos y bulevard Argentino, que tenía una laguna artificial con patos y cisnes y servía de esparcimiento para sus propietarios quienes paseaban en bote, la Estación Fisherton del Ferrocarril Central Argentino - luego llamada Antártida Argentina -, los trabajos de urbanización, el paso de los tranvías 14 y 16, el de los colectivos color marrón llamados popularmente cucarachas, la visita de Gardel al Haras Ascott donde cuidaban a su caballo Lunático, serán mojones y lejanos recuerdos de un barrio rosarino que con la paulatina llegada de inmigrantes italianos y españoles habría de alterar su fisonomía hasta convertirlo en el que actualmente conocemos. 3
El prócer del billete
La historia del barrio Alberdi se remonta a una carta fechada en Roma el 29 de mayo de 1856, en la que Juan Bautista Alberdi le decía a. Juan María Gutiérrez, su amigo y confidente:
"En Roma, todo el mundo habita en la ciudad. En Inglaterra y en Norteamérica, todo el mundo vive en el campo. Los campos son más cultos y más elegantes que las ciudades. En Inglaterra los grandes colegios, las célebres universidades, están en los campos. Por mi parte mi sueño dorado es habitar en algún lugar de nuestras campañas de América. ¡Ojalá pudiera tener una bonita quinta cerca del Paraná, o en el Rosario!"
La carta de Alberdi parece haber tenido repercusión entre los rosarinos porque, en 1875, a unos meses de la fundación del Banco Provincial de Santa Fe, el directorio de éste, encabezado por Carlos Casado, le pide permiso a Alberdi para poner su vera efigie en los billetes que habrá de emitir dicha casa de cambio. La respuesta de Alberdi no se hace esperar, correo y barcos de ultramar mediante:
"San Andrés de Fontenay, agosto 6/87S
Señor Presidente y Directores de Banco Provincial de Santa Fe Muy honorables señores míos:
Acabo de tener el honor de recibir la comunicación que se han servido ustedes dirigirme con fecha 10 de abril, conteniendo la prueba de un billete de banco que lleva mi retrato. Se dice comúnmente que las repúblicas son ingratas; yo tendría razón de decir que a veces son pródigas en sus recompensas, a la vista del ho¬nor soberano con que el Banco de Santa Fe, interpretando los sentimientos de la provincia y de su gobierno, ha querido pagar mi modesta cooperación en la orga¬nización de nuestro país. De todos moaos compensa este honor con tal usura el olvido natural de que he podido ser objeto en mi país, que se debiera recomenzar mi vida política repetiría literalmente lo que me ha valido entre otras recompen¬sas, la ae ver mi busto estampado en la moneda fiduciaria de un Banco lanzado a recorrer un camino de tanto porvenir como la bella provincia de cuya creciente riqueza será sin duda la más fuerte base, sabiendo mantenerse en los límites de la prudencia y del respeto debido a la buena fe de los cambios. Profundamente reconocido por el insigne honor, que acepto no sin embarazo de conciencia, soy feliz, muy respetables señores míos, en ofrecerme su devoto servidor de usté* des y del benemérito pueblo de Santa Fe" \
Juan Bautista Alberdi
Es tal el reconocimiento de los rosarinos a la obra de Alberdi que el diario La Capi-tal publica a fines de 1877 una carta del publicista dirigida a Ovidio Lagos - fundador del diario - mediante la cual agradece al pueblo de Rosario las muestras de adhesión recibidas. Por todo ello, el mismo empresario periodístico se refiere en el mismo suelto y con patrióticas expresiones de anhelo, al hecho de que el autor de las Bases haya de regresar definitivamente al país.
"El tiempo, barómetro infalible de nuestras cosas, ha hecho justicia al eminente publicista, reconociendo en sus doctrinas y principios al verdadero apóstol del régimen federal que rige en la República. A los treinta años de ostracismo nos brinda la gloria de ser intérpretes de su gratitud a este pueblo, por la franca y leal manifestación de simpatías que le ha tributado en un documento que vio hace algún tiempo la luz publica"!
El sueño alberdiano de vivir en la campiña rosarina nunca se cumplió. Pero Nicolás Puccio fundó un pueblo con el nombre de Alberdi como tributo a quien había orientado en forma definitiva a los constituyentes de 1852-1853. Además del pueblo, el homenaje incluyó la donación de una manzana de terreno, designada con el número 23 y compuesta de 86 metros de frente por igual cantidad de fondo, equivalentes a 100 varas, y que lindara con las actuales calles: Alvarez Thomas (al Este), Mazza (Oeste), Freyre (Norte) y Superí (Sur), o sea, la ubicada al este sobre la plaza Santos Dumont.
No estuvo nunca
La donación que hiciera Puccio a Alberdi no fue caprichosa ya que, precisamente en ese lugar acampó el llamado Ejército Grande, a cuyo frente estaba Urquiza con brasileros y todo, a su paso por Rosario en su marcha hacia los campos de Caseros en la campaña contra Rosas.
Para incentivar el asentamiento en la zona, el 6 de julio de 1876 la Legislatura provincial había informado a través de La Capital sobre la excención del pago de impuestos por el término de cinco años a quienes tuvieran propiedades en Pueblo Alberdi. Esta ley provincial fue tomada como fecha de fundación del pueblo, vale decir que la aparición de los billetes con el rostro de Alberdi y la fundación de la población se habrían hecho casi al unísono. También la Plaza Juan Bautista Alberdi, que es la más antigua del norte de la ciudad, ya que en aquel año de 1876 fue Puccio quien determinaría su ubicación, aunque recién el 19 de junio de 1934 tomó su nombre en forma oficial.
Don Juan Bautista no estuvo nunca, que se sepa, en el pueblo que llevaba su nombre. La manzana que le regalaron a su vez la donó a una ahijadita de nombre Leonor Borbón González y en un testamento posterior la cedió a varios ahijados más. En 1890 fue vendida a un tal Palmiro Morgan y en 1919, cuando desapareció el puéblo para pasar a ser un barrio de Rosario, fue fraccionada y vendida a varios propietarios.
José Puccio vivió en Villa Hortensia, una de las obras más representativas con que hoy cuenta la ciudad y que fuera construida por Juan Canals afines del siglo XIX, luego fue residencia de la familia Rouillón hasta que, casi un siglo después, pasó a ser propiedad municipal. 6
Él cruce ferroviario de Avenida Alberdi y San Nicolás constituyó en su momento uno de los grandes cinturones de vías férreas que ahogaban y entor¬pecían el tránsito de la ciudad. Hasta hubo una parada de trenes donde subían y bajaban pasajeros de convoyes desde y a Rosario Norte. Muchos de aquellos viajeros eran de nada recomendables antecedentes.
De allí este poemita llamado Oficios que escribí una vez y con el que cierro este capítulo:
Esta tapin de pajuera
no surgió en un solo día
algo de cuna traía
otro poco disfrazao
y al final quedé pintao
como palo e' barbería.
Nadie se sospecharía
con mi cara de abombao
que pal biyete premiao
un refucilo sería.
En Vila Ortlz, en Súnchales
o en la parada Ludueña
nadie como yo se empeña
pa' desvalijar mortales
y en algunos andurriales
he dejado el culerío *
dando comienzo a algún lío
pa' laburár de; punguista
toco mocho, descuidista,
o hacer el cuento del tío.
Como estcy muy rejunado
al Cruce Alberdi me iré
y en un tren a Santa Fe
me trasladaré colado
tal vez no esté tan picado
el ambiente.como aquí
que si la cosa allí llega
a tener mal olor mejor
me hago pescador
y vivo del surubí.7
Notas
1 La Capital, 28/7/1996.
2 W. Mikielievich, Memorias de Rosario, op. cit.
3 La Capital, id. id.
4 Alberto Campazas. Historia Jel Banco Provincial de Santa Fe, Pág. 41, Rosario, 1987.
5 Magazine La Capital. Un Siglo al Servicio Je la Patria Chica. Rosario, 15/11/1967.
6 La Capital, id. id.
7 Ver, además, del autor El Rosario de Satanás, Tomo I, págs. 153 y sgts.
Fuente: Barrio de Tango por Hector N. Zinni. Ediciones Viejo Almacén 1997. Pág 10 a 13